19/05/2023, 17.15-18.00
Los cuerpos gordos incomodan el orden visual y el orden moral de nuestra sociedad. Por ello, a finales de los años noventa en Estados Unidos se consolidan los denominados Fat Studies, un campo interdisciplinar que repiensa críticamente la gordura y las corporalidades gordas por fuera y en contra de la narrativa biomédica de la obesidad, así como denuncian la discriminación estructural que sufren las personas gordas.
En nuestro imaginario actual la gordura queda capturada por un triple discurso, el estético lo marca como un cuerpo feo, el sanitario como un cuerpo enfermo y el moral como delatador de una subjetividad desviada. Su supuesto exceso corporal de carne indisciplinada hipervisible y expansiva incomoda al orden visual, mientras que su supuesta carencia de control alimentario, su desenfreno en el placer del paladar y su cuerpo asumido como vago e improductivo trastoca el orden moral de nuestra sociedad. Así, las corporalidades gordas en el imaginario modernopatriarcal de trascendencia del cuerpo devienen en sujetos abyectos. Por ello la trivialidad del cuerpo gordo y su incomodidad se torna un topos filosófico políticamente denso, pues en él se imprimen todos unos valores y ansiedades culturales.
Cómo se construye esta lipoliteratura -está codificación de la grasa sobre los cuerpos- es la pregunta que vehiculiza el sentido de mi tesis doctoral, en la intersección entre Filosofía y Fat Studies. Pero la incomodidad del cuerpo gordo no me interpela sólo como reflexión teórica pues investigo sobre la gordura desde la gordura. Escribir sobre gordura es escribirme, es hacer de mi cuerpo el tema de mi producción académica y es tomar la palabra desde la herida y la vulnerabilidad que atraviesa a mi cuerpo grande, graso, sudoroso. Es, por tanto, hacer presente aquello que, como otras muchas, he querido ocultar siempre porque la norma disciplinaria lo exige, es escribir sobre la incomodidad desde la incomodidad de ponerla en evidencia. Sin embargo, transitar esta vergüenza y esta incomodidad de forma politizada y colectiva me permite elaborar mis estrategias micropolíticas de resistencia, abre la posibilidad de hacer brotar el goce de este cuerpo que ocupa un espacio físico y simbólico que le ha sido negado. Así pues, la incomodidad impregna el cuerpo que habito, la reflexión académica que produzco y es lo que funda la práctica de resistencia de este cuerpo que fracasa en adecuarse a la norma. Se trata entonces de reflexionar colectivamente sobre cuál es la potencia política de la grasa y cómo hacerla combustionar.