Beyoncé y la ignorancia blanca III: Black is King

La autora de este texto, como de los dos anteriores sobre Beyoncé y la ignorancia blanca es Elena Herrera Quintana.

El 31 de julio es la fecha que conmemora el día de la mujer africana, instituido en 1962 durante la Conferencia de Mujeres Africanas en Dar es-Salam, Tanzania, día en el que también se creó la Organización Panafricana de las Mujeres, tal y como cuentan en Afroféminas.

Esa fecha es en la que Beyoncé ha publicado este año su nuevo vídeo-álbum, Black Is King, basado en la historia de El Rey León. Se trata del acompañamiento visual de la banda sonora que la cantante creó para la película The Lion King: The Gift que Disney publicó en 2019. Ahora en 2020, también mediante la plataforma de Disney, ha publicado este vídeo álbum.

Me sorprendió que el telediario de La Sexta el 1 de agosto tildase el álbum de “banalización de la lucha racial en plena oleada de protestas del movimiento «Black Lives Matter” y así abriese la noticia. En una crónica de El País, además de señalar está banalización, se apunta a que la cinta celebra la cultura negra con mucha forma y poco fondo. ¿En serio?, no lo sé Rick, parece ignorancia blanca

En primer lugar, este álbum fue grabado el año pasado, y Beyoncé, por muy poderosa que nos parezca, no tiene una bola de cristal que pudiese informarle de los acontecimientos que iban a desatarse los meses previos a su publicación. Segundo, si cada vez que una artista afroamericana publica una obra que reivindique mediante formas estéticas sus raíces, su legado africano, las tradiciones de la diáspora o la belleza de la negritud, lo vamos a considerar una “banalización” de algo, en un clima de auge de la extrema derecha (si es que alguna vez se fue) y de los discursos abiertamente racistas: apaga y vámonos.

A continuación, un recorrido somero nos dará algunas claves que desmontan estas ideas recurrentes referidas al trabajo que Beyoncé (como ya se dijo de su mensaje feminista en la canción Flawless ft. Chimamanda Ngozi Adichie o en el vídeo álbum Lemonade) viene haciendo desde hace varios años.

Su post en Instagram para anunciar el lanzamiento de “Black is King” decía:

 “Con este álbum visual, quería presentar elementos de la historia negra y la tradición africana, con un toque moderno y un mensaje universal, y lo que realmente significa encontrar tu propia identidad y construir un legado”.

Añade: “Los acontecimientos de 2020 han hecho que la visión y el mensaje de la película sean aún más relevantes, ya que personas de todo el mundo se embarcan en un viaje histórico. Todos buscamos seguridad y luz”.

Unos días antes del lanzamiento, el 19 de junio de 2020, en medio de las protestas por la muerte de George Floyd, sacó una canción (“Black Parade”, desfile o caravana negra) para honrar la festividad del Juneteenth, una fecha celebrada por muchas personas afroamericanas que conmemora el día que se abolía la esclavitud en Texas, el último estado donde aún era legal, el 19 de junio de 1865.

La película está integrada por un conjunto de vídeos grabados en distintas partes del mundo, desde zonas urbanas a paisajes naturales de muchos países: Sudáfrica, Ghana, Nigeria, Estados Unidos, Inglaterra… mientras seguimos el viaje existencial de Simba para reclamar su trono como rey.

Dirá Beyoncé: “Los viajes de las familias negras a lo largo del tiempo [la diáspora africana] son honrados en una historia acerca del trascendental viaje de un joven rey a través de la traición, el amor y la identidad propia. Sus antepasados le ayudan hacia su destino, y, con las enseñanzas de su padre y la guía de su amor de infancia, alcanza las virtudes necesarias para reclamar su hogar y su trono”.

Como ya sucedió en Lemonade, los cameos de artistas y celebridades (también de su familia) de la diáspora africana son parte central en la cinta: Childish Gambino, Naomi Campbell, Pharrell Williams, Jay-Z, Kelly Rowland, Lupita Nyong’o, Kendrick Lamar, Jessie Reyez, Tierra Whaz o Nija… Pero en este caso Beyoncé ha colaborado también con artistas africanos. Aparecen colaboraciones con Yemi Alade, cantante afropop nigeriana, Shatta Wale, cantante y actor ghanés, el músico camerunés Salatiel, el cantante nigeriano Wizkid, la modelo sursudanesa-australiana Adut Akech y la también sursudanesa Aweng Chuol, las cantantes nigerianas Tiwa Savage y Mr Eazi, y las musicas sudafricanas Moonchild Sanelly y Busiswa, entre otras muchas colaboraciones musicales.

Adur Akech y Naomi Campbell
Yemi Alade

Este movimiento es valioso porque trae a la mesa internacional a creadores negros fuera de los Estados Unidos, que a menudo se presenta como el único exportador de talento negro, sin embargo, otras cosas están pasando en otras partes del mundo y en este ejercicio Beyoncé gira su mirada hacia el talento que se está creando en muchos países africanos, cambiando así la percepción sobre el continente, a menudo visto internacionalmente en una lógica eurocéntrica y colonial como productor de hambre y enfermedad en términos exclusivos.

En la codirección también aparecen diversidad de nombres: Kwasi Fordjour, de origen ghanés, es el codirector principal (también director creativo de Parkwood Entertainment, la empresa de Beyoncé), el ghano-holandés Emmanuel Adjei, o Ibra Ake, que ya trabajó con Childish Gambino y es uno de los creadores de la serie “Atlanta”, son solo algunos nombres del trabajo tras las imágenes.

En esta ocasión colabora con la poetisa afrodescendiente, Yrsa Daley-Ward, y de nuevo con los poemas de Warsan Shire, con la que ya colaboró en Lemonade. Podemos ver citas como la siguiente que inciden en la cuestión y la necesidad de la representación que tanto preocupa a Beyoncé:

“To live without reflection for so long will make you wonder if you really exist.”.
[Vivir sin reflejo durante tanto tiempo te hará preguntarte si realmente existes].

Los personajes del Rey León se encarnan en personajes de carne y hueso, por ejemplo, las hienas son una pandilla de motociclistas que confunden a Simba (en “Don’t Jealous Me” y “Danger”) y su periplo con Timón y Pumba se representa en una mansión lujosa (“Mood 4 ever”) con ecos del ajedrez de Alicia en el País de las Maravillas.

En la canción “Already”, con Shatta Watta y Major Lazer, vemos como ondea la bandera afroamericana con los colores de la bandera panafricana roja, negra y verde, creada por Marcus Garvey, el activista nacionalista negro y panafricanista de origen jamaicano fundador de la Asociación Universal de Desarrollo Negro y Liga de Comunidades Africanas en 1914, sus ideas son conocidas como “garveyismo”.

El ejercito que protege a Simba durante el vídeo álbum está formado íntegramente por mujeres, el SModa se hace eco de esta referencia destacada por The Africa Report especialmente en el preludio de la canción “My power”. Beyoncé rinde homenaje a las Amazonas de Dahomey, un ejército de mujeres de lo que hoy es la República de Benín que se encargaba de la defensa personal del rey y que lucharon contra la invasión francesa, la última superviviente murió en 1979.

El hilo conductor es la realeza y la excelencia negra, un recordatorio de que las vidas negras no empezaron con las cadenas de la esclavitud y que una vez fueron reinas y reyes. Sin embargo, de las críticas a “Black is King” esta es precisamente la que más incómoda resulta, pero no es la que abre los titulares de los medios (blancos) españoles.

A raíz de la publicación de la banda sonora de El Rey León, el escritor nigeriano Chinua Achebe decía:

“No veo que sea necesario que ninguna persona demuestre a otra que construyen catedrales o pirámides antes de tener derecho a la paz y la seguridad. Partiendo de eso, no creo que la gente negra deba inventar un gran pasado ficticio para justificar su existencia humana y dignidad hoy”.

Achebe se refiere a esa serie de mitos de realeza en torno a África que se revelan en los productos afroamericanos sobre África, como por ejemplo las películas de “Black Panther” o “El príncipe de Zamunda”. Otras críticas apelan a la simplificación de la variedad de culturas africanas en un proceso que denominan Wakandification, en relación al Reino de Wakanda de la película “Black Panther”.

Como dicen Boluwatife Akinro y Joshua Segun-Lean aquí:

“Se ha observado durante mucho tiempo que las relaciones de poder distorsionan las representaciones europeas de África, pero también es el caso de que tales distorsiones aparezcan en las obras intelectuales de la diáspora negra contemporánea”. Pensar además que el reconocimiento extranjero de la excelencia africana es un intento de poner África en el panorama internacional, como he sugerido más arriba, puede ser sintomático de la incorporación de un relato hegemónico colonial en el que África necesita de la asistencia extranjera para presentarse al mundo.

Estas son las problemáticas que plantea “Black is King” en torno a los relatos que se efectúan sobre África en los medios afroamericanos, aunque desde luego Beyoncé se ha rodeado de diferentes creativos y creativas de muchas partes de África y ha incluido una variedad de referencias culturales, religiosas y artísticas, se puede entender que una parte de la audiencia africana y de la diáspora quiera plantear está cuestión de la representación o la apropiación de las culturas africanas por parte de una estrella afroamericana.

La activista y periodista Tineka Smith se pregunta si deberíamos castigar o aceptar la fascinación de Beyoncé por una cultura ancestral que, como a ella y otras personas afrodescendientes en la diáspora, le fue robada y es del todo misteriosa, en este sentido tiene algo de mítica. Smith afirma: “Hay cosas mucho más apremiantes por las que enfadarse que una afroamericana que usa su plataforma para cuestionar, explorar e interpretar artísticamente una forma de llenar el vacío en su identidad”.

Una amiga me comentó que la película ha causado un amplio revuelo en Brasil a raíz de que la historiadora Lilia Moritz Schwarcz publicase un artículo el 3 de agosto en el que critica la cinta. Recordando que la fábula de El Rey León es la versión de Disney del Hamlet de Shakespeare, señala que Beyoncé recurre a imágenes estereotipadas y crea un África caricaturizada y perdida en el tiempo de las sabanas. En cierta forma Schwarcz también apunta a aquello de la banalización cuando dice: “La diva del pop necesita entender que la lucha antirracista no trata solo de pompa, artificio de Hollywood, brillo y cristal”.

Debido al revuelo que ocasionaron sus palabras, al día siguiente de sacar el artículo publicó un post en su Instagram en el que matizaba y pedía disculpas, reconocía que le había gustado “Black is King” pero que se había permitido la licencia de criticar algunas cuestiones, y matizaba que el título del artículo (“El film de Beyoncé erra al glamurizar la negritud con estampado de leopardo”) habría podido dar lugar a malentendidos sobre su posición crítica. Posteriormente volvió a publicar otro post de disculpa en el que como mujer blanca reconocía que la que había errado era ella, al no haber contrastado su opinión con colectivos antirracistas y de feminismo negro, así mismo denunciaba al medio (Folha de S. Paulo) por haberse inventado el título y subtitulo de su artículo. 

Para Carla Akotirene en un artículo para Vogue, la descalificación de Schwarcz tiene que ver con el autoritarismo académico blanco para arbitrar y sentenciar bajo qué condiciones las mujeres negras deben llevar a cabo su trabajo artístico.

Otra de las respuestas al artículo de Moritz Schwarcz vino de la mano del profesor Thiago Amparo, en el que apuntaba a que la fábula de Beyoncé es una película afrofuturista (1) en la que ha contado con la colaboración de distintas/os profesionales africanos, combinando referencias de música y danza para componer una visión estética afro diaspórica y afrofuturista. Añade que al colocar la narrativa en el personaje de Nala rompe con la centralidad de la narrativa masculina y apunta a la intersección raza-género. Confirma que el concepto de realeza en Black is King es una de las críticas más válidas y se pregunta: “¿Queremos un afrofuturismo centrado en figuras de la realeza precolonial o debemos imaginar un futuro completamente decolonial?”.

Y en este sentido la afrofeminista Judicaelle Irakoze en un artículo para Essence señalaba el peligro de glorificar los reinos africanos antes del periodo colonial, pues no eran tampoco exactamente el paraíso, se pregunta: “¿Estamos diciendo que nuestros antepasados ​​no deberían haber sido esclavizados porque eran reyes y reinas y no simplemente porque eran humanos?”.

Pero claro, la ignorancia blanca activa, especialmente la española, ni se molesta en prestar atención a estos debates en cuanto a las representaciones de África en la diáspora, la inclusión de elementos exótizantes en dichas representaciones, o por el contrario, la construcción de una narrativa ficticia afrofuturista y afrocéntrica que trata de imaginar pasados y futuros posibles, a caballo entre la realidad y el mito. La ignorancia blanca, que no ve nada más allá que no sea ella misma, se limita a los lugares comunes: un poco de banalización allí, algo de superficialidad pop aquí, demasiada estética… las críticas ortodoxas de la izquierda blanca europea a los productos pop. Pero, como he intentado demostrar, de nuevo una vez más el trabajo de Beyoncé, nos guste o no, se ha sumado a y ha reavivado una conversación que las personas africanas y afrodescendientes de todo el mundo llevan tiempo teniendo y solo una mentalidad tozuda, soberbiamente blanca, puede sostener que “Black is King” es sólo una muestra de la banalización de la lucha racial.


(1) Según Wikipedia Inglés: “El afrofuturismo es una estética cultural, filosofía de la ciencia y filosofía de la historia que explora la intersección en desarrollo de la cultura de la diáspora africana con la tecnología”. Es definido por la escritora Ytasha L. Womack como “la intersección entre cultura negra, tecnología, liberación e imaginación, con una pizca de misticismo también. […] Es una forma de unir el futuro con el pasado y, en esencia, de ayudar a reinventar la experiencia de las personas de color”. El término aparece al principio de la década de los noventa, aunque dentro del género se pueden incluir una serie de productos culturales previos y diversos (relatos del sociólogo W.E.B. Du Bois como “La princesa de hierro”, las obras de la escritora Octavia Butler o Samuel R. Delany, el jazzista Sun Ra etc…), actualmente podríamos hablar del trabajo de Erykah Badu, Janelle Monáe, o del dúo hip-hop Oshun. Se puede conocer más en este enlace y en este

Acerca de sociologia ordinaria

Aprendiendo de lo banal, lo frívolo y lo superficial
Esta entrada fue publicada en Colaboraciones extra-ordinarias y etiquetada , , , , , . Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Beyoncé y la ignorancia blanca III: Black is King

  1. patsapel dijo:

    Muy buena reflexión. He disfrutado mucho con la lectura y he aprendido de todas las referencias expuestas. Gracias!

  2. Hi tthanks for posting this

Deja un comentario