Insulto: acción y efecto de insultar. Insultar implica ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones, pero también, aunque menos utilizado, significa sufrir una indisposición repentina que prive de sentido o de movimiento (DRAE). Podríamos convenir que el insulto es ordinario, porque es común, se produce con regularidad y en tanto que común, puede ser considerado vulgar. En la línea de lo planteado para este encuentro propongo seleccionar el insulto como objeto ordinario y la posibilidad de analizarlo sociológicamente como una oportunidad.
Hace un tiempo se publicó en la edición digital de un periódico una serie de reportajes, titulada ‘Maleta de vuelta’, en la que se relataban los procesos de re-migración y retorno que se están produciendo en el actual contexto de crisis. Los reportajes abordaban la cuestión en función de los diversos países de origen de las personas migrantes y uno de ellos se dedicó al caso de las migraciones provenientes de Argentina. Más allá del contenido de la nota, me interesaron particularmente las controversias y los comentarios que suscitó la misma a ambos lados del atlántico y me plantee analizarlos con algo más de detenimiento, en tanto podían arrojar algunas claves para las cuestiones que estaba y estoy investigando acerca de las movilidades contemporáneas. Se debatía la necesidad de que el estado argentino impulsara o no una política de retorno, el papel de los emigrados en las crisis económicas de ambos países, las pertenencias nacionales, las coyunturas políticas, etc. Los insultos intercambiados alrededor de estas cuestiones, que en principio me parecieron un obstáculo para analizar los discursos, se convirtieron luego en parte de él y en un elemento sugerente si me planteaba algunas preguntas ¿Quién insulta a quién? ¿Qué insulta a quién? ¿Quién insulta a qué? En definitiva, ¿quiénes y qué se juega en el insulto? ¿Qué temáticas, palabras, prácticas, resultan irritantes, provocadoras? Y ¿qué emociones suscita insultar, ser insultada?
La presencia del insulto pareciera invalidar la palabra en tanto ‘indisposición repentina que priva de sentido’. Quizá por eso los discursos ‘virtuales’ y ‘vulgares’, de ‘bajo nivel’ por el lenguaje que utilizan, ‘poco serios’ por espontáneos o improvisados y ‘poco fiables’ por no saber quién está detrás de los mismos, sean habitualmente excluidos de análisis sociológicos de corte más tradicional. Estas asunciones suponen que lo vulgar, lo espontáneo o lo anónimo es menos válido, a la vez que introducen una jerarquía respecto a otros discursos ‘políticamente correctos’, recogidos al calor de metodologías y técnicas tradicionalmente legitimadas. A modo de ‘metodología de andar por casa’, este trabajo propone, a través de un caso práctico, recuperar este tipo de materiales para el análisis y propone reflexionar sobre su riqueza y su potencial, así como también sobre algunos de sus límites para la investigación.
Laura Cassaín Investigadora. Universidad Complutense de Madrid