Nadie sabe lo que puede un cuerpo -para sobrevivir-

vídeo (pendiente)
Sesión Cuerpos que importan…
19/05/2023, 16.00-17.15

IRENE MAHUGO AMARO (Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Castilla-La Mancha)

Pocos acontecimientos me parecen más fascinantes que los que generan incomodidad al espectador. Cómo desde la butaca del teatro o del cine, el público se agita o efectúa curiosas onomatopeyas que en ese momento no soporta contener. El estudio en torno a cómo llegar a generar en el público determinadas sensaciones, que a su vez se incrementan por la imposibilidad de huida del espacio cerrado y oscuro, es extenso. Al igual que las situaciones que sí somos capaces de digerir si forman parte de la ficción y si están detrás de las pantallas pero que, sin embargo, en el día a día nos incomodan imposibilitando su existencia, esforzándonos por evitarlas. En las películas que están definidas dentro del género de terror corporal encontramos, por ejemplo, el cine de David Cronenberg entre tantxs otrxs cineastas reconocidxs. Cronenberg, tras ocho años sin estrenar, regresó en 2022 con Crimes of the future, pasando a convertirse en parte del producto masivo, dejando atrás la etiqueta de cine de culto. A pesar de eso, continúa planteando la posibilidad de performar la patología, el tumor o la mutación como una realidad más, con la desestratificación de los órganos y el reflejo de la cirugía como la nueva sexualidad, como un nuevo sexo-género. Es parte de la realidad actual que el ser humano se está adaptando a lo que él mismo ha estado generando con relación a la debacle ecológica para poder ingerir los deshechos que la propia humanidad fabrica y produce; y es ahí donde la trama de esta película comienza a cobrar un sentido material ahora más que nunca.

En artes visuales y performance encontramos un interés creciente en torno a las prótesis, la mutación, la monstruosidad, la fealdad, aun sin tener que estar intrínsecamente unidas todas ellas. Lxs espectadorxs son enfrentadxs ante estas imágenes, que pasan a formar parte del mundo elitista del arte aceptado por muchas instituciones; sin embargo, tememos la realidad del virus, del tumor, de la mutación; no lo entendemos y lo estigmatizamos, como a la discapacidad y a determinadas enfermedades (que resulten más molestas que otras). En el film, la mutación no está relacionada con la patología en un sentido negativo, ni con lo que “ha de ser solucionado” sino como algo digno de ser artístico y admirado como bello, además de cargar con un importante erotismo. Cronenberg ya cuestionaba las fronteras del binarismo desde la misma materia del cuerpo con sus primeras películas, donde localizábamos la teoría articulada por Donna Haraway sobre posthumanismo o ideas planteadas posteriormente por Preciado. A pesar de comprender y aceptar la filosofía de la «Nueva Carne» que nos mostraba, continuamos excluyendo lo abyecto diariamente. Estamos dispuestos a ver, pero somos reticentes ante la fluidez del género, asumimos la sociedad capacitista, la marginación constante de lo que se sale de la normatividad. La enfermedad, el tumor o el virus nos incomodan, no queremos verlos, no los soportamos. El arte no es únicamente el discurso radicalizado, es llegar a conseguir la contraproductividad, porque “nadie sabe lo que puede un cuerpo” cuando se trata de sobrevivir a una enfermedad; y nadie nace discapacitadx, se llega a serlo en nuestra sociedad.