Conductas indigestas: La mesa al revés

Sesión Con las manos en la masa
07/05/2014, 13.00-14.00
A través de la obra La Mesa Al Revés (Garcia Ranedo, 2014), las autoras continúan trabajando en el análisis de los espacios domésticos como propuestas para desplazar lo ritual por lo vital, y lo socialmente consagrado como decente por lo profano (Durkheim, 1915; Berger y Luckmann, 1966). La reclamación de los claroscuros en la construcción social se representa en la mirada hacia lo banal, lo escondido, lo intrascendente de los bajos fondos de la mesa (Maffesoli, 1993).
La mesa y la comida se constituyen como uno de los acontecimientos en los que de manera más evidente se ponen de manifiesto los discursos en torno a la socialización y la decencia. La mesa de la comida familiar es donde se encuentran los dos espacios: el privado frente al público (Goffman, 1956), el encuentro familiar codificado y validado por las buenas costumbres (Elias, 1994). Al margen de todas esas cuestiones relativas al tipo de comida y las formas de comerla, que tienen que ver con el imaginario cultural de una sociedad (Simmel, 1997), la mesa como lugar de encuentro, y la comida como objeto de dicho encuentro, establecen rituales y normas que cuestionan lo que se debe hacer frente a lo que no se debe hacer y que en muchas ocasiones son interpretados como conductas maniáticas. El poeta Raymond Roussel convencido de que la comida lo distraía de su escritura se sometía a comilonas de cinco horas de duración en las que, incluía de forma consecutiva el desayuno, almuerzo, merienda y cena.
En el espacio doméstico, al igual que en la ciudad, se establecen intersticios no reglados, no reglamentados o cuanto menos no observados críticamente. Si esas zonas de sombra, tal como las definiese Foucault (1977), escapan al control social se debe a que son áreas escusadas (como el baño) o bien, como en el espacio que reglamenta la mesa, ocupan su lado de sombra. Debajo de la mesa el mundo de las piernas y los pies se rigen por la ocultación, por no entrar en encuadre, por no ser visuales en un momento, el de la comida, en que todo es pertinente en función de unas reglas pero también de una fluencia de los sentidos que se concentran visualmente, olfativamente y gustativamente. En esa sinfonía de elementos concentrados y organizados sobre la tabla, el valor de la superficie articula y separa ambas experiencias comportamentales. La superficie, el arriba es organizado y normativamente pleno y el abajo es desregulado, inobservado y desconcentrado. Bajo la mesa suceden menos cosas que lo que su inaplicación y desobediencia podrían insinuar. Los bajos de la mesa son un intersticio, una falla, un lugar sin vigilancia, donde no aguarda el gran hermano, para ritualizar y posesionar el área. Donde lo postural se teje por inercia más que por intención.
Lucía Sell Trujillo
Es psicóloga social y trabaja en la Universidad de Sevilla. Sus áreas de interés son las representaciones de género, los sistemas de relaciones de intercambio y las narrativas de desempleo y precariedad en Europa.
Mar García Ranedo
Es una artista visual multidisciplinar y docente en la Universidad de Sevilla. Su trabajo académico y obra creativa es la investigación y la reflexión de las relaciones existentes entre el sujeto femenino, la representación y la semiótica.

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