Hoy he tenido un «refresco de memoria» afortunado. La lectura del, definámoslo como «anti antiintelectualista» artículo de Magrinyá , El artista y el chistoso, me ha devuelto las ocurrencias (bueno, algunas de ellas) que tuve la primera vez que descubrí el referido trabajo de Joao Rocha, Kim Jong-Il Looking at Things. Claro que para impresiones fuertes las que tuve cuando, como también cita Magrinyá, se dieron a conocer, de manera más local pero no por ello menos impactante (e.m.h.o., no en la del autor), los cotidianamente impostores cuadernos de bitácora estelar de las políticas Esperanza Aguirre y Ana Botella. Hay muchos más, tantos como la imaginación de los «chistosos seguidores del artista Rocha» deseen (por cierto, y a tener en cuenta si no se habían fijado en ese detalle, la inmensa mayoría de esos cuadernos de campo están alojados en la plataforma web tumblr.com, lo cual me deja abierto un tema a tratar en el futuro).
Aún recuerdo los inmensos lagrimones que me caían por las mejillas mientras veía y leía -interesante apunte y disquisición la de Magrinyá al respecto de los pie de foto, por cierto- las fotos y sus más que (sur)realistas descripciones en el caso de estas dos últimas políticas españolas (aunque qué decir de los de Ana Rosa Quintana, José Ramón Bauzá. Rita Barberá, Cristina Cifuentes o el más internacional de todos, el de Barack Obama). Pero sin lugar a dudas, lo que más me impactó de esas colecciones de imágenes y descripciones a su pie fue el acoplamiento desajustado entre imágenes y palabras que hace emerger el humor más corrosivo y subvertidor de una realidad evocadoramente desenfocada por las escuetas frases que la relatan. Osease, la apropósito descontextualización de la pretendida significatividad del instante atrapado tecnológicamente y la ocurrente impostora descripción del mismo, sin olvidarnos, del complejo entramado de códigos y referencias que nos facilitan resignificar dichos eventos de la manera más exitosa y autocomplaciente posible. Esto es, una suerte de Frame Analysis Goffmaniano.
Pero dejémonos de verborrea y háganme caso. Deténganse. Abran bien los ojos y fijen su mirada en la gente, en sus quehaceres y en sus gestos. Congelen los detalles. Amplíelos si fuera necesario. Y traten de describir mentalmente qué demonios estaría haciendo usted si alguien le estuviera observando, y le captase en ese mismo instante. No hay nada más perturbador que describir lo que mostramos que no mostramos.