We can be Heroes. Políticas en leotardos

Sesión Reapropiaciones: tuneos y mallas
08/05/2014, 17.30-18.30
En lo que se conoce como Edad de Plata del cómic, entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, se produjo un cambio significativo en la figura del superhéroe en la industria del cómic estadounidense, no sólo rescatando y redefiniendo figuras heroicas de su Edad de Oro -que abarca desde lo que se considera el nacimiento del cómic a principios de los años 30 hasta los años 50, y que populariza algunos de sus personajes más representativos como Superman, Batman, Namor o el Capitán América– , sino ampliando y diversificando sus tramas, sofisticando sus personajes y trasladando a sus páginas muchas cuestiones inevitablemente ligadas a su contexto.
En efecto, los superhéroes más mainstream no sólo han servido para canalizar anhelos adolescentes de evasión o mejora de la realidad a través de superpoderes, sino que, en cierto modo, se han constituido como lugares desde los que poder proyectarse al construir unas tramas sociales más complejas que abarcan desde modelos de autoridad y sus subversiones hasta cuestiones más domésticas y familiares. Antes de que Watchmen (Alan Moore y Dave Gibbons, 1986-1987) dieran un vuelco a la figura del superhéroe desarticulando sus mecanismos de autoridad y moralidad en lo que podría leerse como una aplicación del marco del pensamiento ecosistémico a la estructura y narración del cómic, otras formas de superheroicidad ya habían volcado sobre estos personajes en mallas diversas formas de posicionarse en los contextos sociales y políticos: desde el modelo familiar de los 4 Fantásticos, que prescindiendo del anonimato no sólo entrelazaba las grandes aventuras con los relatos domésticos sino que además permitía que las primeras se terminaran resolviendo gracias precisamente a la unidad de la familia, hasta los miedos e inseguridades de Spiderman -‘un gran poder conlleva una gran responsabilidad’-, o la gestión de la diferencia que atraviesa las historias de la Patrulla X.
De este modo y más allá de la ingenuidad con la que a menudo son concebidos o han sido tratados, desde la propia habitación o el patio de recreo es posible perfilar un mundo más complejo en el que cuestiones sociales, morales y políticas han sido y son tratadas a través de las diferentes encarnaciones de los superhéroes, aunque vayan en leotardos.
Roberto González García
(Bilbao, 1978) Licenciado en Arquitectura por la Universidad del País Vasco, obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados en Arte Contemporáneo por la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Desde 2009 es profesor de Cultura y Teoría de la Arquitectura en IE School of Architecture y compagina la docencia con la práctica de su ejercicio profesional como office manager de Andrés Jaque / Office for Political Innovation. Ha colaborado con diversos estudios de arquitectura como Langarita-Navarro Arquitectos o Manuel Ocaña Arquitectos. Ha sido asistente de comisario de Pop Politics. Activismos a 33 revoluciones (CA2M, 2012), comisario adjunto de los ciclos de conferencias Amazing (2006) y WOW (2007) en la Fundación del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, y co-comisario del ciclo de exposiciones ¿Cómo? O el making of de los greatest hits en la misma fundación. Es confundador de Urgente, una publicación aperiódica para la difusión rápida de documentos de interés actual, y creador y editor del sello Moustache de próxima aparición.

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