14/05/2015, 12.30-14.00
El amor se ha descrito como una construcción socio-cultural, cómo una condición química, cómo un entramado de emociones o cómo un acto performativo que podemos aprender y desaprender. Lejos de negar estas interpretaciones, me propongo articularlas para argumentar que el amor es una tecnología. Si, una tecnología no-lineal, compleja y heterogénea, pero al fin y al cabo una tecnología abierta a ser analizada. Para ello en esta charla exploraré diferentes constelaciones tecno-afectivas, máquinas de amor y máquinas ćelibes, tecnologías mediaticas y objetos de deseo para a través de viñetas o retablos dejar en evidencia este amor como tecnología. Desde los selfies, Tinder, los implantes de silicona, las máquinas de escribir, Jennifer Aniston, los emoticonos, los delfines o los algoritmos sobre los que corren páginas de contactos, el amor y la tecnología se co-producen siguiendo mecanismos de trasducción, parafraseando a Simondon. Tanto la testosterona gel de Preciado como las metáforas bochornosas de las baladas heavy nos dan pistas de cómo se construye esta tecnología compleja pero analizable, invisibilizada pero observable. Este estudio de la tecnología busca poner el foco en un aspecto poco analizado de la misma, su capacidad de producir y ser amor.