Pedagogía y fuego

Sociología Ordinaria Diez: Si el mundo se pone grosero, seamos ordinarias
Sesión Tenemos que hablar (3)
29/05/2022, 11.00-11.30
SARA BABIKER

RESUMEN: Sería bonito conservar la ilusión de que se puede alterar, aunque sea un mínimo, esta narrativa del abismo. El cinismo que impregna los memes en las redes, el fatalismo que se hace con las conversaciones, acaba siendo una suerte de privilegio mientras el suelo se hunde, un privilegio de quienes pueden sentirse a salvo. Pero sentirse a salvo es quizás una condición antropológica de mierda cuando el sistema económico consiste en vampirizar tiempos y energías, y la geopolítica se sostiene sobre levantar muros y mercadear armas. Y quizás puedan acusarte de ceniza por señalar una y otra vez lo mismo, pero eso no quiere decir que tengan razón. Y seguramente hay quienes no se sientan concernidos, incluso aunque no estén a salvo, y se aferren a la triste agenda política de afianzar los escasos privilegios que les quedan.

Porque creemos contra el sentido común que se debe y se puede cambiar algo, nos toca, claro, plantearnos, cómo diantres se hace eso. Y emerge una primera certeza: no se puede cambiar lo de afuera con estas subjetividades neoliberales estériles que nos ofrecen como modelo, individualidades que chapotean en el sálvese quien pueda o hacen del derrotismo un lugar calentito en el que verse maratones de series. Sabemos que hay más adentro de la gente, que hay anhelo de conexión con otras y otros, sentido en encontrar una posibilidad de agencia, dignidad en explorar las afueras de lo irremediable. Euforia en compartir un triunfo, aunque sea diminuto.

¿Qué pedagogías serían necesarias para estimular esa energía, para estimular esa necesidad de justicia que late en cualquier cuerpo? ¿Quizás la pedagogía no esté solo en las narrativas sino en los hechos? En mostrar que prendiendo ciertos fuegos (metafóricos), que con determinadas acciones, se puede alterar lo que se muestra como inexorable, que hay grietas en esto que parece opresivamente sólido, por donde podrían colarse las hormigas y hacer importantes destrozos. Y sobre todo, si no creemos que hay posibilidad de encuentro y camino con los otros, si no tenemos un poco de fe en que se pueden cambiar cosas, de que a veces se hace justicia, de que podemos vivir mejor, ¿qué coño estamos haciendo aquí? 

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