5/05/2016, 17.20-18.45
¡AAAAAAAAHHHHHH!
Las ferias son uno de los espacios de la diversión y el goce colectivo, el deseo en una de sus expresiones comunitarias. ¡Qué alegría, qué alboroto! ¡Otro perrito piloto! Pero también se convierten en pequeños imaginarios del desastre: miedo, pánico, vómitos…, se dan cita en las vertiginosas atracciones. Eros y Tanatos se suben a la montaña rusa.
Encontramos aquí juegos que buscan la ingravidez, que consisten en intentar destruir la estabilidad de la percepción y de infligir a la conciencia un estado de pánico o trance (Caillois, 1967). Suben y bajan los brazos del Saltamontes. La ambivalencia de la tecnología: vueltas de 360º en el aire y sin embargo nos fiamos de la seguridad de los engranajes. Tanatos se ha abrochado el cinturón. ¿Qué se captura en las fotos del Tutuki Splash? Freud enseña las tetas en la Stampida.
El grito individual se camufla en el bullicio, ¿es la respuesta sonora del chute de adrenalina? ¿Se esconde el miedo tras el berrido? ¿Entramos en catarsis o pedimos auxilio? ¿Orgasmo o terror? (véase Juego mecánico orgásmico). Si se articula el grito en el lenguaje como un llamado al Otro (Miller, 1998), ¿dónde está esa interpelación en un grito anónimo en los rieles del Ratón Vacilón? Gritamos a sabiendas de no ser identificados. (Por manitú, por manitú, ¿quién yes tú?, ¿quién yes tú?) ¿Me supera? Está fuera de mi control espacial y rompe la estabilidad gravitacional, mi única respuesta es: ¡AAAAAAAAAAHHHHH!
¿El grito nos asegura la diversión?, es el exponente del deseo al riesgo. Tras ver las caras de pánico aún nos apetece subirnos. ¿Esconde un impulso heroico? Se etiqueta como valentía la inercia social. El ticket promete la experiencia deseable, ¿o es que está el pibito que nos mola? ¿Has venido aquí a pasarlo mal y a qué la gente se ría de ti?…Vamos a escucharnos gritar.
Tirorirorí. (Música de coches de choque). A cambio de unos euros, la vuelta comienza.