Sesión Consumos resistentes (II): La trinchera en la fiesta
11/05/2017, 17.20-18.00
RESUMEN: La forma en que pisamos define también la actitud con la que nos plantamos ante el espacio. La historia del calzado tiene raíces y vínculos con los mapas del poder social: en el Barroco la altura de los tacones era directamente proporcional al poder
del aristócrata en cuestión (y se prohibían al pueblo llano), desde el siglo XIX a las mujeres se les impuso llevar zapatos incómodos porque la inmovilidad de ellas hablaba implícitamente del capital económico de sus maridos… A día de hoy se sigue hablando del calzado para el trabajo, para la noche o para el ocio en base a un código muy arraigado en creencias culturales implícitas.
Como en el caso del pantalón vaquero, el calzado deportivo, propio de clases desfavorecidas, ha acabado extendiéndose como un símbolo identitario y reivindicativo. Las sneakers, diseñadas para jugar al baloncesto, a raíz de la intervención de Charles Hollis “Chuck” Taylor salieron de las canchas y tomaron las calles, ligadas sobre todo a la subcultura afroamericana. Esa asociación con los valores urbanos, solidarios y de resistencia las convirtió en un símbolo de la juventud antiglobalización a finales de los años 90. Las Nike Air Jordan, propias de la cultura del hip-hop, alcanzaron el mainstream al mismo tiempo que este género. Se hablaba de modelos de zapatillas uptown (por Harlem, situado al norte de Nueva York) y downtown (al sur, en Wall Street, los magnates blancos que se apropiaron de la cultura sneaker) y, curiosamente, se convirtieron en un calzado para todos los públicos y situaciones cuando una huelga de transportes a finales de los ochenta hizo que la gente fuera al trabajo caminando y, por lo tanto, con los zapatos de La Oficina en la mochila.
Las zapatillas, que antes se consideraban inaceptables incluso para entrar en determinados lugares de ocio por no tener suficiente caché, son ahora el calzado de trabajo de los “jóvenes emprendedores”. Se reeditan modelos antiguos apelando al sentido contestatario de su primera etapa y, a la vez, se utilizan como mercancía de moda, ejerciendo violencia simbólica a través de las ediciones limitadas, las asociaciones con el arte contemporáneo o los logotipos propios del lujo.
¿Cómo se convierte un símbolo de resistencia en una de las commodities más deseadas del capitalismo de consumo? En esta comunicación reflexionamos sobre cómo se produce la reapropiación de este símbolo a través de su conversión en un significante vacío.