Francisco Javier Rueda Córdoba (UCM)
Sesión: Café con posters
30/05/2025, 12.15-12.45
Resumen: Desde hace ya demasiado, la teoría social ha tendido a pensar lo público como una cuestión de esferas, como un espacio de deliberación estructurado en torno a discursos y conflictos. En los últimos años, no obstante, propuestas más pragmáticas como la de las arenas públicas de Daniel Cefaï han desplazado el centro de gravedad hacia lo procesual: lo público ya no sería un espacio fijo, sino un conjunto de flujos dinámicos que siguen la emergencia y trayectoria de problemas colectivos. Pero seguimos en un mundo excesivamente discursivo ¿Y si en lugar de seguir los problemas públicos nos detuviéramos a observar los espacios en los que estos se conforman? ¿Qué pasaría si, en lugar de correr tras la controversia, nos sentáramos a la barra o paseáramos despacio para observar cómo lo público se densifica y se manifiesta en atmósferas concretas? Este año me pongo filosofante y propongo matizar la pragmática del rastreo “laturino” con una fenomenología de la presencia, cambiando las arenas públicas por las atmósferas públicas. Si lo público no es solo un flujo de debates y problemas, sino también un entorno material y sensorial, entonces su análisis requiere atender a la forma en que se siente, se respira y se practica. Tomando como referencia un posible giro atmosférico en la sociología (¡acabamos mareaos!) planteo una mirada que no solo se pregunta quién participa en lo público, sino en qué condiciones materiales y afectivas se da esa participación. Desde esta perspectiva, espacios como plazas, estaciones, mercados o incluso bares (!) no solo facilitan la circulación de discursos, sino que producen atmósferas que pueden ser acogedoras o excluyentes, accesibles o inaccesibles, sanadoras o irrespirables. La pregunta clave ya no es solo quién tiene acceso a la esfera pública, sino quién puede habitarlas. ¿Cómo se pueden crear ambientes que faciliten la aparición de cuerpos y voces, y cómo se generan climas que desorientan y excluyen? ¿Cómo se distribuye el aire habitable de la ciudad? Propongo en definitiva una “ecología de lo común” que se pare a oler la materialidad de lo(s) público(s). De la calidez de una conversación en una parada de autobús a las violencias de un entorno laboral, del bulle-bulle de una concentración que echa a andar a la densidad afectiva de una fiesta con musicote, las atmósferas públicas configuran lo que es posible, lo que es soportable y lo que es insoportable en la vida urbana.
