Bésame mucho: la chuche como agenciamiento tecno-emocional

En 2004, el artista vitoriano Juan Luis Moraza elabora una pequeña escultura-joya titulada “Disparidad y demanda”, que consiste en el vaciado de un beso . Si observamos la pieza, veremos que la disparidad y la demanda del título, trasunto de muchas emociones ordinarias, se refieren a la desavenencia entre una parte del beso, que se asemeja a un chicle seco, y su contraparte, que más bien parece un chicle a punto de hacerse globo.

En 2009, investigadores de Nuevas Tecnologías de la Unidad de Investigación Alimentaria de AZTI-Tecnalia y el equipo de I+D del Restaurante Mugaritz desarrollan la base de datos “Agentes de textura”, una aplicación informática sobre usos y aplicaciones de nuevas texturas.
En 2014 se lanza el proyecto “The Candy Project” en el que participan la Universidad del País Vasco, Mugaritz y Slow Food, cuyo objetivo es analizar las múltiples dimensiones (nutricionales, socio-antropológicas, estéticas, tecnológicas, económicas, etc.) que tiene el consumo de chuches a nivel global.
Esta comunicación trata de forzar el cruce entre estos tres ámbitos de investigación (estética, tecno-científica y sociológica-ordinaria), o lo que es lo mismo, vincular besos, texturas y chuches. Y vamos a tratar de hacerlo en el marco de una performance, en la que estamos trabajando un equipo de sociólogos, artistas y cocineros, que intenta utilizar la chuchería como un agenciamiento tecno-emocional.
Antes, las chucherías se compartían. El beso, sabido es, o se comparte o no es nada. ¿Podemos volver a compartir una chuchería a través del beso? ¿Podemos besarnos, comernos la boca, mientras comemos una chuche? ¿Puede un beso ser demasiado trabajoso? ¿Es posible elaborar un prototipo de chuchería que emule la textura de un beso? ¿Compraremos, en un futuro no muy lejano, (auto)besos en forma de chuche? Estas son algunas de las preguntas a las que trataremos de dar respuesta.