Reflexividad y maneras de hacer visible ‘la televisión’. Sálvame: del producto al modo de producción

No sé -cabe hablar aquí en primera persona, como mero telespectador- si Sálvame ha sido o no el primer programa de televisión, de la televisión española, en el que se ha mostrado ‘el otro lado de la cámara’ -uno es un espectador corriente y no un observador obsesivo-. Tampoco creo que sea relevante la atribución de originalidad, de autoría, de saber quién fue el primero (en hacer-decir algo), porque la cuestión del origen pierde relevancia cuando una pauta se estabiliza, cuando una acción inicial es capaz de generar una pauta que se mantiene más allá de aquella… Aunque en este caso, lo cierto es que no parece que se haya extendido mucho este proceso puesto en marcha que hace visible ‘el hacer’ de la televisión (aunque sólo se muestre de modo puntual y muy limitado) desde ‘lo hecho’ en un programa (producto). Acaso no sea necesario que se nos muestre de manera permanente cómo se hacen todos los programas (visto uno, vistos todos). Y esta exhibición sólo puede ser momentánea, limitada (como la visión de la ralladura que llega a hacer visible el espejo). ¿Acaso puede ser peligroso que sepamos ‘cómo se hace’ lo que se nos vende como ‘producto’, que podamos descubrir el ‘modo de producción’? ¿Perderíamos así la ‘fascinación’ del objeto? ¿O quizá se trate sólo de un juego de seducción (mostrándose parcialmente)? ¿O una mera insinuación de confianza (‘aquí trabajamos sin engaño’), propia de todo buen vendedor?
Empezamos viendo los rieles del plató por donde se mueven las cámaras, las cámaras vistas por otras cámaras (‘¿cuál es mi cámara?’), hemos visto cómo el presentador recibía ‘órdenes’ (a través de ese dispositivo ‘oculto’ que la Milá bautizó, en la misma cadena y con mucho éxito, como ‘pinganillo’)… También hemos entrado en los camerinos de los invitados y hemos visto al regidor en acción, las cámaras han seguido, en su ‘huida’, a gente que ha abandonado el plató, ‘rompiendo’ el programa… En esta curiosa progresión, hemos visto cómo aquellos de los que se habla, cuya vida se comenta, han pasado de ser comentadores de su vida a comentadores de las vidas de otros: han salido de ‘la calle’ para entrar al plató, e incluso para quedarse en él, pasando de ‘invitados’ a ‘colaboradores’, comentadores de la realidad, se han transformado, de objetos de habla(durías), en sujetos de habla (sujetos de saber: expertos). Pero la cosa no se detuvo ahí. En el (pen)último episodio en el desarrollo de Sálvame hemos visto a las ‘periodistas’ hacer de invitadas, pasar de ser comentadoras a objetos de comentarios (y así hemos podido ver su vida ‘de calle’, fuera del plató). El plató ha entrado en el plató… El espejo parece que se ha roto o quizá ha perdido todo el estaño y sólo queda el cristal… ¿o tenemos que cambiar la metáfora? ¿Existe ‘condensación’ en todo este proceso observable en Sálvame? ¿Estamos hablando sólo de Sálvame?

Antonio Vallejos Izquierdo

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