[disponible tras el encuentro]
4/05/2016, 17.35-19.00
Bajo las definiciones dicotómicas con las cuales se presenta el mundo tras la Ilustración, la política figuraría del lado de la razón. Nada más opuesto al mundo de los deseos. Y sin embargo, ¿no es el deseo lo que mueve los cimientos de la política en general y del feminismo, como práctica política, en particular? ¿No son las emociones algo profundamente político? ¿Se puede hacer política sin sentimientos y deseos? Lamentablemente también en este sentido el pensamiento ilustrado erró. Es la pasión, como en otros ámbitos de la vida, la que hace emerger grandes proyectos políticos.
Pero en lugar de asociar la política con las emociones se asocia con la razón y con los hombres. La crítica feminista se hace desde la exclusión de las mujeres de este ámbito de poder. Pero ni participar en política, ni tan siquiera ganar unas elecciones implica tener poder. Las políticas actuales no sólo están lejos de las princesas de los cuentos en las que las mujeres fueron socializadas. Su presencia en el ámbito público y en la gestión colectiva exige grandes dosis de sacrificio, firmeza y a la vez flexibilidad. Generalmente a las mujeres no se les educa para el mando y aunque últimamente con “las alcaldías del cambio” se habla de “feminizar la política” la concreción de este término se presenta ambigua y confusa.
Plantearse entrar en política para hacer del feminismo el eje de la política partidista genera mucha energía, aunque no será nada fácil hacerlo porque el pensamiento y la acción colectiva son los que permiten el acceso y sobre todo la permanencia en los puestos políticos. Trabajar colectivamente supondrá trabajar en todos los ámbitos, además de chocar en muchas ocasiones con el sentir mayoritario de un pensamiento colectivo sin visión alguna de género. Por otra parte, ¿sólo nos mueve esto a entrar en política o existen otro tipo de motivaciones? Realmente ¿qué deseamos al implicarnos en un ámbito tan duro y distante? La experiencia colectiva enriquece pero también provoca muchos sentimiento negativos. Debatir qué sucede en los colectivos sería una de las propuestas de esta comunicación, puesto que si bien es cierto que el deseo de mejorar determinadas circunstancias colectivas es lo que empuja a muchas personas hacia la política y que este deseo y las posibles vías de mejora se generan grupalmente, no lo es menos que el recorrido es lento y difícil y las características, la situación y posición personal juegan determinados papeles. El proceso y sus dificultades también pueden generar nuevos deseos que no se deberían silenciar cuando se quiere generar una nueva política.